domingo, 9 de agosto de 2020

UN RINCÓN DE LA VERA

 DISFRUTANDO DEL GUIJO DE SANTA BÁRBARA
Cuando en el verano llega el fin de semana no dudamos en acudir a sofocar los calores de Extremadura a la bonita comarca de La Vera. Uno de esos rincones que no perdonamos año tras año es El Guijo de Santa Bárbara, cerquita de Jarandilla de la Vera.


En este lugar no debemos dejar de visitar al menos su Palacio-Castillo, el de los Condes de Oropesa.




El emperador Carlos I de España y Carlos V del Imperio Sacro Germanico llegó a decir:
" Lo mejor de España es La Vera, lo mejor de La Vera es Jarandilla. Allí está lo mejor del mundo y allí quisiera que me enterrasen para irme al cielo."


Estas palabras las dijo cuando vivió durante tres meses en este lugar camino a su retiro hacia el Monasterio de Yuste, mientras duraron las obras de acondicionamiento de sus dependencias.




El castillo en cuestión se construyó a finales del siglo XIV y principios del siglo XV por los Condes de Oropesa y Marqueses de Jarandilla. Hoy en día se ha convertido en el Parador de Turismo donde podremos dormir, comer o simplemente tomar un café o refresco en sus instalaciones o patio.




Tiene planta cuadrada con entrada en recodo y un puente levadizo, esto junto a sus matacanes, troneras y torres en sus ángulos facilitaban su defensa. Más tarde se transformó en palacio renacentista donde destaca hoy en día su patio plateresco desde donde se distribuyen las distintas dependencias.




Desde este lugar parte una sinuosa carretera de montaña que atraviesa un frondoso bosque, en unos kilómetros de ascensión llegaremos al pueblo del Guijo de Santa Bárbara, un coqueto pueblo de montaña.


Está localizado en la vertiente sur de la Sierra de Gredos y es la localidad situada a más altitud de la comarca de La Vera. También tiene el título honorífico de Balcón de la Vera por sus excelentes vistas sobre el Valle del Tietar que es el río que recoge las aguas de esta bonita comarca. El entorno está repleto de castañares, alcornocales, robledales y matorrales como el brezo, el madroño o las aulagas.



La fundación de la localidad se remonta a principios del siglo XV como lugar perteneciente al señorío de Jarandilla. En 1708 reinando Felipe V. se consigue el título de villa que se revoca al no poder reunir los vecinos el dinero de la cuota para formalizarlo. Sería en 1816 cuando finalmente se consigue.




Destaca su arquitectura serrana con casas altas de entramados de madera y construidas con sillarejo y adobe. Voladizos y balcones de madera de la zona van ganando terreno a las calles protegiendo a sus vecinos del calor y de la lluvia.


Destacan varias casonas señoriales construidas con sillares y grandes puertas adinteladas, por contra las viviendas más modestas los dinteles graníticos se sustituyen por vigas de madera. Todo el pueblo está jalonado por fuentes de aguas de gran pureza y calidad que no se secan ni en los veranos más secos.






Entre todas las edificaciones destaca su iglesia parroquial dedicada a la Virgen de Ntra. Sra. del Socorro construida sobre una anterior documentada ya en 1560. Su fábrica es de cantería con refuerzos de sillares. Posee una bóveda de estilo mozárabe.


Tiene el Guijo de Santa Bárbara tres zonas de baño excepcionales:

La primera está en la parte baja del pueblo, una preciosa piscina natural bajo un puente lleno de hiedra. Aquí hay una temperatura ideal, entre 8 y 10 grados menos que en Navalmoral, Trujillo, Cáceres o las Vegas del Guadiana. 






Colocamos la sombrilla y a disfrutar del día entre remojón y refresco, comemos y nos bañamos, nos relajamos y por último recogemos todo para que no se note que hemos estado aquí y volvemos para casa.




La segunda zona de baño es un gran charco a un km y medio del pueblo subiendo al puerto por la ruta del Trabuquete. En una bifurcación de esta ruta iremos hacia abajo y en un agradable paseo llegaremos a este lugar.








No es muy grande pero tiene sombra y sus aguas son menos frías ya que recibe mucha radiación solar y el calor de las grandes lanchas de piedra donde se encuentra. La poca vegetación del lugar hace el resto.




Los pequeños árboles del fondo dan suficiente sombra para unos tres grupos pequeños aunque los visitantes lo que quieren aquí es remojarse y tomar el sol cosa que hacen bien en las lanchas planas que existen en el otro lado. También se lanzan desde la piedra a la poza por un lugar que tiene suficiente profundidad para hacerlo.




El agua entra en la charca por una pequeña cascada con una poza debajo. Si se quiere más tranquilidad podemos subir o bajar un poco desde la charca aguas arriba o abajo y refrescarnos en los muchos charcos pequeños que hay.




Desde aquí regresaremos por el mismo camino hacia el pueblo y tomaremos un café con hielo antes de marchar. El camino es corto pero aún hace calor aunque caminando entre la vegetación se hace más llevadero. Aquí como podéis observar son los helechos los que abundan.




La tercera zona de baño es la más conocida, la del Trabuquete. El acceso a esta poza es el más complicado ya que tendremos que hacer de cabras montesas para bajar, un poco difícil pero nada que con paciencia no se pueda solucionar, eso sí con cuidado.


Llegamos a este lugar por una corta y bonita ruta de unos tres km desde el pueblo con unas bonitas vistas del valle y de la Sierra de Gredos.




El camino parte del pueblo y al llegar a la bifurcación tomaremos el camino de arriba. Toda la ruta transcurre en los dos márgenes del río que se cruza por un pequeño puente en el tramo final. Esta parte se encuentra groseramente empedrada cosa que no se si agradecer o maldecir ya que hay que ir fijándose para no tropezar.




Siempre por el cauce del río, no tiene pérdida y su tramo más duro es el final con un km de cierta pendiente y escasa sombra.




Aquí donde se cruza el río es frecuente ver a gente bañándose en unas pequeñas pozas que hay. Quizás no se atrevan a subir hasta arriba.




Una gran poza de agua, profunda, de aguas muy frías y cristalinas. Recibe el agua desde una gran cascada y es frecuente encontrarse a bañistas bajo esta recibiendo el chorro de agua sobre sus cabezas.




Tenemos que elegir bien por donde bajar ya que no hay sendero, es buscar una zona para ir descendiendo hasta la gran poza sin caer.




Los chicos de la zona se lanzan al charco desde la pared rocosa jugándose el físico y descargando su adrenalina. Si seguimos el curso de agua hacia arriba nos encontraremos más saltos de agua y excelentes rincones aunque vetados al baño.






Ya más arriba nos toparemos con el puerto y el acceso a las lagunas de Gredos pero eso es ya otra historia, ahora bajamos por donde hemos subido y volvemos a disfrutar de las maravillosas vistas que nos ofrece la ruta.




Uno de los rincones más frondosos de la ruta es esta zona de castaños donde muchos senderistas y bañistas amén de domingueros se detienen para calmar la sed y sofocar el calor de las horas centrales del día que es cuando más calienta el lorenzo.




Según vamos ascendiendo observamos excelentes panorámicas del valle y abajo la vega del río Tietar y la Vera.








Y otra ruta concluida y otro rincón que compartir con vosotros, hasta la próxima.

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