viernes, 27 de marzo de 2020

EL RETIRO DE CARLOS V

MONASTERIO DE YUSTE


Los orígenes del monasterio se remontan a la ciudad de Plasencia y a la ermita de San Salvador de la Sierra que estaba entre Cuacos de Yuste y Garganta de la Olla. La primera cédula data del año 1402 en que los legítimos propietarios del terreno los ceden para que la orden " Hermitaños de la pobre vida" ocupen la zona y levanten un eremitorio. Realmente se elige un lugar remoto pero de una gran belleza, como podemos observar hoy en día aunque la naturaleza está algo transformada.


En los Siglos XV y XVI se realiza y se amplia un monasterio hasta completar el edificio que hoy en día podemos disfrutar. Son los Condes de Plasencia y de Oropesa los que financian tan costosa obra.


Nombrar el Monasterio de Yuste y no mencionar al Emperador Carlos V no sería de recibo pues sus caminos y fama van unidos de la mano. A mediados del siglo XVI el emperador decide retirarse a este lugar, llega el 3 de Febrero de 1557, se instala y poco después, el 21 de Septiembre de 1558 muere tras un mes y medio de agonía. 

Iglesia a la derecha y entrada al Palacio de Carlos V.

El hecho de la llegada de Carlos V hace que se reforme el monasterio anexando unas dependencias al mismo para convertirlas en las instalaciones palaciegas. Esta ampliación se realizan en el lado meridional del monasterio, de cara al soleado sur, esto dota al complejo de un carácter excepcional del renacimiento en Extremadura y España.

Jardín bajo el Terrado

Hemos dicho que en 1402 se construye el eremitorio primitivo por los hermanos " Hermitaños de la pobre vida" pero es en 1408 cuando la orden jerónima construye el primer monasterio. 
Una curiosidad es que fue el Marqués de Mirabel, Don Luis de Ávila y Zúñiga, extremeño, el que hablo de las bondades y belleza del lugar al emperador y que le convencieron para que eligiera tan perfecto lugar para su retiro.

Rampa de subida al Palacio de Carlos V.

Calle de los naranjos en el Jardín del Palacio de Carlos V.

Mucho se ha hablado del emperador Carlos V, las más mundanas fueron coleccionar y dar cuerda a sus múltiples relojes y por otro lado comer copiosamente. Esta última afición lo convierten en uno de los primeros críticos gastronómicos de Europa. Su afición por la comida se encuentra reflejada en los libros de cuentas del monasterio, sus pedidos de comida no eran bien vistos por la comunidad monástica con la que en su breve estancia no dejó de tener desavenencias. El espíritu sibarita del emperador lo deja expresado en esos pedidos y un alimento que comía frecuentemente era el Jamón Ibérico de Montánchez, este hecho confirma que en esa época ya eran famosas las chacinas y jamones de esta localidad Cacereña anticipandose a otras que hoy en día tienen más nombre.

Terrado del Palacio de Carlos V en el monasterio.

El palacio para tan ilustre inquilino era pequeño y austero, de dos plantas y un gran desván. Se accedía por una rampa sostenida por arcadas, la finalidad era poder llevar al emperador a sus aposentos en caballo ya que padecía de gota que le impedía caminar.

INSCRIPCIÓN
"Su majestad el Emperador Carlos V, Nuestro Señor, en este lugar estaba sentado cuando le dio el mal
a los treinta y uno de Agosto, a las cuatro de la tarde. Falleció el 21 de septiembre a las dos y media
de la mañana. Año del Señor de 1558".

La iglesia es del Siglo XV al XVI, construida en estilo gótico tardío, tiene una sola nave bastante alta. El altar se encuentra elevado respecto a la nave. Destaca el retablo obra de Juan de Herrera de madera policromada que tiene una copia del cuadro de Tiziano " El Juicio Final ".
La nave tiene cuatro tramos y están cubiertos con bóvedas de crucería estrellada y está rematada por un ábside de forma poligonal. El arco triunfal es apuntado y en la parte superior se encuentra decorado.

Interior de la iglesia tardorrománica con el retablo mayor al fondo. 

La cabecera de la iglesia es poligonal, en el lado derecho se abre una puerta con acceso directo al palacio del emperador para facilitar su asistencia a los oficios religiosos.
A los pies se encuentra el coro, está sostenido por un arco en carpanel y una bóveda rebajada. Posee una trabajada sillería con 62 sillas que se atribuyen a la escuela del escultor Rodrigo Alemán.

Copia del cuadro de Tiziano " El Juicio Final ".

 Posee dos bellos claustros de dos plantas con galerías cubiertas por techumbre de madera.


Nos encontramos en el Claustro nuevo, es de estilo gótico renacentista. Tiene dos pisos con galerías porticadas. Los arcos de la galería inferior son de medio punto y los de la galería superior son arcos escarzanos.



Es rectangular y de mayores dimensiones que el claustro gótico. Las columnas sobre las que apoyan los arcos están formadas por varios tramos y tiene capiteles decorados con guirnaldas y volutas lo que hace mucho más armonioso a los volúmenes del conjunto.



Todo el patio tiene parterres con plantaciones pero destacan los ejemplares de árboles que sobresalen por encima de las edificaciones del conjunto. El suelo de la galería inferior está realizado de piedra con formas geométricas en su colocación.


Claustro renacentista con la fuente en el centro.

En el centro del claustro existe una fuente con pilón parecidas a las que existen en muchas localidades cercanas. Todo el claustro fue restaurado ya que tras la desamortización de Mendizabal y otras más el monasterio cayó en la ruina.


Panorámica del claustro renacentista con el acceso al claustro gótico al fondo.

Desde este claustro podemos acceder a distintas dependencias como el cuarto de la vajilla, las cocinas del palacio, las dependencias de Quijada en la planta superior, la cocina del monasterio o la sacristía. También da un acceso a la iglesia y desde el lado noroeste se puede ver la espadaña con sus campanas.


  
La entrada al interior del patio del claustro se realiza por un pórtico realizado en piedra que se abre frente a la sacristía. Está bellamente labrado como era costumbre en el renacimiento.

Pórtico de entrada al patio del claustro nuevo o renacentista.

Panorámica del claustro nuevo o renacentista 

Desde el pasillo norte se accede al refectorio donde se reunían los monjes para sus comidas amenizadas con la lectura de las santas escrituras. Existe una pequeña fuente con pila que serviría para que los monjes se lavasen las manos antes de comer como medida de higiene. Un pequeño banco corrido pegado al perímetro del refectorio servía para sentarse, unas mesas de madera complementan el mobiliario de este espacio.

Galería norte del claustro nuevo o renacentista con la entrada al refectorio a la izquierda.

Un bello artesonado de madera lo cubre y grandes ventanales a ambos lados lo iluminan. Se aprecia a la izquierda el púlpito utilizado por los monjes para leer las escrituras mientras sus hermanos comían.

Refectorio principal con el lavatorio en primer plano.

Volvemos al claustro para seguir nuestra visita, nada más salir continuamos a nuestra derecha para dirigirnos al claustro viejo no sin antes percatarnos que sobre los capiteles por la parte exterior hay escudos labrados que le dan volumen a las columnas.

Detalle del pórtico de entrada al patio y de la decoración de capiteles y escudos.

Panorámica del claustro nuevo o renacentista 

Nada más ingresar en este claustro nos damos cuenta que es mucho más austero, menos decorado y más pequeño. El suelo ya no está trabajado de la misma manera aunque tiene su encanto.
El claustro viejo o gótico es contemporáneo del primer monasterio y está datado en el siglo XV. Tiene planta rectangular con dos pisos que se abren al patio central mediante columnas que sostienen arcos carpaneles y que se fusionan a estas ya que carecen de capiteles.   


Galería norte con el acceso al claustro nuevo o renacentista.


La característica fundamental de este claustro es la ausencia completa de ornamentación. El cierre de las dos plantas hacia el patio es un simple muro de piedra. Tiene cuatro parterres en las esquinas del patio y en el centro una fuente con pilón de forma habitual en las localidades de la zona.

Fuente central del claustro viejo o gótico.


El resto del suelo del patio es de lajas de piedra, el suelo de las galerías es un empedrado de guijarros y los techos de las mismas está realizado por vigas de madera que en el caso de la planta baja hace las veces de suelo para deambular por el segundo piso.

Detalle de los arcos carpaneles y de los techos de madera.


En este espacio se articulaba un primer refectorio, la sala capitular y la capilla de San Juan. También tiene un acceso a la iglesia desde la galería sur, esta galería alberga enterramientos y aquí se situaba la primitiva iglesia.


Desde el claustro nuevo o desde el Palacio de Carlos V se accede a uno de los lugares con más encanto del conjunto, " Los Jardines y Estanque ". Una galería elevada nos lleva a un pequeño jardín privado del emperador y a los terrenos que albergan el estanque que mandó construir ya que era aficionado a la pesca y como antes indicamos a la comida.


El lado Oeste si tiene porticadas las dos alturas, este espacio da paso a las dependencias imperiales, al fondo se observa el estanque que a la postre pudo ser el culpable de la muerte del monarca.


" Se cuenta que de camino hacia su retiro, cruzando el río Jerte, el emperador desde su transporte observó a un lugareño pescando grandes truchas en el río, mandó detener la comitiva y le preguntó si eran frecuentes las capturas de truchas de ese tamaño a lo que el lugareño afirmó que sí, una vez llegó a Jarandilla de la Vera donde le tocó esperar el término de las obras de su palacio, mandó que le construyeran un estanque para que lo llenaran de peces para pescar y comer. Lo que no le dijeron al monarca que estas aguas cristalinas y estos frescos parajes en verano y con la humedad y calor eran focos de reproducción de mosquitos y tábanos que propagaban enfermedades y de las que se cuenta que el emperador pudo enfermar y morir ya que de salud no andaba muy bien, y esto es literal ya que tenía gota y le solían hacer sangrados porque creían que esa era la cura y lo que en realidad hacía era debilitarle más ".



Desde aquí vemos el exterior del ábside poligonal de la iglesia coronado por la espadaña que alberga tres cuerpos de campanas y sobre estos un campanil. También observamos los contrafuertes de la iglesia ya que para su planta se eleva bastante alcanzando una considerable altura.



Lo cierto es que pasear por este espacio es muy relajante, sobretodo si cuando realizas la visita no está muy abarrotado de visitantes. En nuestro caso solo nos cruzamos en todo el recorrido con dos parejas más, estaba todo muy tranquilo.



CEMENTERIO ALEMÁN DE YUSTE

De camino al monasterio desde Cuacos de Yuste se encuentra el único cementerio alemán que existe en España. En él hay sepultados los restos de 180 soldados que murieron durante la primera y segunda guerra mundial en territorio español o cercano a sus costas. 


Bajo 26 olivos se levantan 180 cruces de granito, todas iguales salvo en los nombres de los moradores de las tumbas, todos muy jóvenes. Bien dicen que las guerras las provocan gente que se conocen y se odian pero no mueren y personas que no se conocen y mueren.
Una pequeña capilla hace las veces de refugio por si las inclemencias del tiempo nos juega una mala pasada.


La mayoría de fallecidos son aviadores y marinos llegados a la costa por los naufragios o derribos de sus medios de transporte. En 1954 el Gobierno de la RFA se encargó de buscar a sus soldados para reunirlos en un solo lugar para rendirles honores y recordarlos.


No es hasta 1980 cuando comienzan las obras para este fin en Cuacos de Yuste y es la relación de esta comarca con el pueblo alemán, Carlos I de España y V del Imperio Sacro Germánico relaciona estas comunidades, España y Alemania.


Hay que indicar como dice la placa que son soldados que formaban parte a tripulaciones de aviones, submarinos y otros navíos de la Armada alemana hundidos y que algunos de estos jóvenes murieron en hospitales españoles pero ninguno de los aquí enterrados formaron parte de la Legión Cóndor que luchó contra la democracia y la república española en la Guerra Civil.



CUACOS DE YUSTE

La población de Cuacos está reconocida como B.I.C. como Conjunto Histórico desde 1959. El pueblo como la mayoría de los que hay en La Vera destaca por su arquitectura popular, de arquitectura serrana y como seña de identidad del entramado de madera.


Sus calles siguen un trazado sinuoso y conserva su arquitectura tanto popular como nobiliaria con algunos edificios que destacan del resto por su calidad constructiva y el uso de sillares de piedra.


Uno de los lugares que más impresiona es su porticada Plaza Mayor, esta posee en su centro la Fuente llamada de los Cuatro Caños aunque al estar permitido el aparcamiento se desluce el encanto de la misma. En el lado Oeste se alza el Ayuntamiento con el reloj de la villa.


La Plaza Mayor conserva una serie de soportales corridos con balcones que sobresalen de la horizontal de las arcadas. Bajo estos arcos las puertas y ventanas de algunas casas poseen dinteles grabados con cruces y años de construcción.



Algunas edificaciones rompen esa arquitectura verata de entramados de madera y soportales y nos demuestra que la nobleza o vecinos muy pudientes habitaron aquí. Portadas grandes de granito y ventanas germinadas con parteluz  bajo aleros de madera volados.




Estamos ante la Iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción que sustituyó a otra del Siglo XIII. Está situada al Noreste de la población. Comenzó su construcción a finales del Siglo XV aprovechando una torre defensiva del Siglo XIII que se ha reutilizado como campanario. No se concluye hasta el siglo XIII cuando adopta su actual forma.


A la iglesia se accedía por tres puertas aunque hoy en día solo se puede ingresar por una, las otras dos se encuentran tapiadas. La que sigue abierta es de estilo hispano flamenco, de arco de medio punto con arquivoltas y decorada con bezantes.
Está declarada Monumento Histórico Artístico.


Tiene tres naves en cuatro tramos y están cubiertas con bóvedas de cañón construidas con ladrillo muy vistosas. Las arcadas hechas de cantería granítica descansan sobre pilares toscanos.
La cabecera es ochavada y se cubre con bóveda de aristas también realizada con ladrillos.


El Retablo Mayor es de estilo neoclásico del siglo XVIII, está policromado.
A los pies del templo se levanta el coro con balaustrada de madera y a un lado encontramos el órgano del Siglo XVI de estilo rococó procedente del Monasterio de Yuste tras la desamortización.


Otras muestras de arte de la iglesia son la talla de San Jerónimo y la de Santa Catalina del Siglo XVIII y escuela andaluza. También la imagen de San Gil que mantuvo en pleito a los habitantes de Cuacos con los de Aldeanueva por su posesión.



Dos pilas bautismales sin datar pero que sin duda son de talla antigua se encuentran en la iglesia.



El campanario es una torre de defensa del Siglo XIII o XIV que fue reutilizada. Es una gran torre de mampostería reforzada por sillares en sus esquinas y que se caracteriza por los pocos vanos que posee.



De menores proporciones pero con más encanto es la Plaza de la Fuente de los Chorros, en ella se encuentra además de la esbelta fuente la Casa Grande convertida hoy en día en alojamiento rural.



En este pueblo nació y vivió Don Juan de Austria, conocido como Jeromín, hijo de Carlos V y Bárbara Blomberg, concebido tras enviudar el Emperador. Don Juan fue entregado en secreto a la esposa del mayordomo de Carlos V, para que lo criase cerca de él. Carlos V estaba preocupado por su sucesión ya que su único nieto, llamado también Carlos, era retrasado y se quería asegurar su sucesión sin problema alguno.



Cuacos está repleto de rincones pero el que más me ha llamado la atención es la Plaza de Juan de Austria. En esta plaza se encuentra la casa donde estuvo en su infancia el hijo de Carlos V y que hoy es sede de la Mancomunidad. Al infante lo criaron Luis de Quijada y Magdalena de Ulloa. 



Está repleta de casas realizadas con entramado de madera y soportales con pilares de madera y columnas de granito. Un espacio muy armónico que da encanto al conjunto y a la plaza.


El día ya no da para más, después de visitar el Monasterio de Yuste, el Cementerio Alemán y el pueblo de Cuacos de Yuste no nos quedan más que ganas de volver otro día a repetir pues nos ha encantado.

FINAL

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