LA OLLA DE SAN VICENTE
La ruta a la Olla de San Vicente es una conocida y concurrida ruta que nos conduce por el margen izquierdo del río Dobra en Cangas de Onís justo desde su desembocadura en el río Sella hasta una laguna y varias pozas de aguas cristalinas y frías.
La ruta no tiene dificultad ninguna, solo un tramo final que se pasa por una vereda labrada en la pared a escasos dos o tres metros del río pero que hace que no sea apta para personas con movilidad reducida. Más que una ruta senderista es un mágico paseo por la naturaleza asturiana.
El río Dobra nace en la vertiente leonesa de los Picos de Europa y vierte sus aguas en el río Sella que es el lugar donde comenzamos la ruta. Podemos aparcar en un restaurante que hay en el inicio de la ruta pero no es recomendable es mejor subir por la carretera un poco más adelante que hay una zona en una curva a izquierda con mucha zona para aparcar. En temporada de verano y los fines de semana de esta es frecuente ver los vehículos aparcados en el arcén de la misma carretera.
El río Dobra tiene una longitud de 24 km pero esta ruta hasta la Olla solo lo acompaña por sus 5 km finales. Sus aguas frías y cristalinas se tiñen de un verde esmeralda por el reflejo del verdor del bosque que nos acompaña durante toda la ruta. En el fondo del río podremos observar gran cantidad de peces donde las truchas son sus más famosos moradores.
La ruta comienza con un camino ancho, de unos tres o cuatro metros, de tierra y en ligero ascenso por el margen del río, en algunos lugares este se desvía algunos metros ya que nos encontramos con pequeñas zonas de vega. La vegetación nos acompaña todo el camino hasta incluso por las zonas más cerradas del río.
Si miramos al río nos sorprende su belleza pero si levantamos la cabeza veremos altas montañas con bosques de robles, hayas, castaños rodeándonos por todos lados, también bosque de ribera con fresnos, alisos, sauces y olmos. Muchas aves se nos cruzan en el camino, petirrojos, mirlos, águilas, buitres, y muchos más. También mariposas, abejas y abejorros, lagartos y lagartijas.
No solo podemos bañarnos llegados a la poza, toda la ruta tiene bellos remansos de agua donde darnos un chapuzón, como la ruta va pegando al río podremos acceder al baño sin problema ninguno. Las personas con movilidad reducida si que pueden hacer el primer tramo de tierra y darse un chapuzón en alguna de estas zonas aunque no sin dificultad para entrar y salir del Dobra.
En la segunda parte de la ruta nos encontramos una zona de más dificultad de acceso aunque no tiene ningún riesgo, se trata de un camino irregular y estrecho que más adelante se transforma en un pequeño sendero o paso tallado y habilitado en la roca. El poco mantenimiento hace que tengamos que prestar atención para no resbalar al río, situado a un par o tres del sendero en altura, o no torcernos un tobillo.
Cuando marchamos a solas, sin la aglomeración de gentes y voces, estaremos acompañados por el sonido del discurrir del agua del río y del canto de las aves. Un paseo tranquilo y en unión con la naturaleza, nos fijamos en muchos detalles, los peces del río, las aves posándose en las ramas de los árboles, las hojas bajando por la corriente, águilas y buitres sobrevolando nuestras cabezas, todo un lujo.
Llegamos a la laguna de la olla, esta poza natural tiene una profundidad de cinco metros, todo el fondo está compuesto de rocas por lo que es incómodo adentrarse andando y la mejor opción para hacerlo es desde la pared de roca que se observa al fondo y que es donde la laguna tiene mayor profundidad. Podremos lanzarnos al agua y subir por las piedras aunque no hay una zona habilitada para hacerlo ya que es una zona muy virgen.
Lo cierto es que alrededor de la laguna hay mucho sitio para descansar y pasar el día entrando y saliendo del agua pero no es más verdad que resulta muy incómodo ya que son piedras de tamaño mediano, que molestan y se mueven al pasar y no hay ningún lugar donde tirar la toalla. La mejor opción es subir por el camino de la izquierda hasta una zona arbolada con un claro, está cubierta de una zona de verde donde descansar y bajar solo a bañarnos y volver.
En esta parte trasera de la laguna hay una gran poza de agua, tiene bastante profundidad por lo que los bañistas lo aprovechan para lanzarse al agua desde la pared de piedra desde distintas alturas, dependiendo del vértigo o miedo que cada uno tenga, hay altura suficiente para arrojarse desde seis o siete metros.
En esta parte también podremos disfrutar de unas pequeñas cascadas que vierten sus aguas directamente a la poza descrita anteriormente. Podemos seguir subiendo un poco más, cruzar el río y entre bosque llegar a una zona donde se realiza la captación de aguas para la población de Cangas de Onís aunque no es conveniente ya que no está adaptada como ruta y podemos tener algún percance y dificultad para ser atendidos.
En resumen un paseo muy agradable con un magnífico final que si se realiza en verano con buena temperatura podremos disfrutar del merecido descanso con un baño reconfortante.
FINAL
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