martes, 29 de noviembre de 2016

DE MIS VIAJES AL NORTE


EL NORTE EN VERANO


Subir al norte cada verano lleva siendo habitual desde que conocí a mi mujer, Bea Díaz, es un lujo tener familia por estos lares que tan distintos de mi tierra son tanto en paisajes como en costumbres y hasta en idioma. Comida, hábitos, el mar o las montañas merecen la pena contemplarse con un mínimo de quietud para retener lo máximo en la retina.
Este viaje comenzó en el centro mismo de Asturias, cuna de mi mujer y donde residimos cuando la visitamos, decidimos irnos unos días al norte de Burgos, a la localidad de Medina de Pomar, un sitio increible y ya de paso hacer un viaje turístico por la vecina Cantabria y visitar algunos lugares de interes.


El primer lugar que visitamos fueron las cuevas de Ojo Guareña, un santuario y cuevas en medio de la naturaleza.




No fue muy provechoso pues decidimos no adentrarnos en las cuevas y templo por el abusivo precio y las intolerables prohibiciones a las que someten a los visitantes como son la de no hacer fotos o cobrar mas por visitar solo el templo que todas las cuevas, en fin ellos sabrán.


El interior del templo se podía observar por una abertura en la puerta y como mi cámara cabía pues hice varias fotos sin flash para que nadie se importunara.


Después de salir de este precioso entorno y de haber comido nos dirigimos hacia la cercana pero no menos impresionante villa de Puentedey, nos dimos un paseo por sus calles y disfrutamos de lo lindo.


Este lugar es, como lo diría, impactante, no es una villa grande ni llena de casonas solariegas, aunque tiene una en lo alto de la peña que sin duda es de lo mejor del pueblo, lo mejor y que mas nos gustó fue donde está situado el pueblo, en lo alto de una cueva que atraviesa un río y que desde abajo se ve enorme.

 



Desde aquí nos dirigimos ya al hotel en Medina de Pomar para descansar y visitar de noche sus calles y gran castillo. Nos tomamos unas cervezas y a descansar que el día fue intenso. 
A la mañana siguiente visitamos este pueblo.


La zona antigua no es muy grande pero es coqueta y bonita, desde el castillo en un agradable paseo se recorre en poco más de una hora. 



La plaza y la iglesia son dos de sus rincones mas bonitos para mi gusto claro. 



Arcos y murallas, puertas de entrada y balcones colgantes son solo algunos de sus encantos. 



Desde aquí nos dirigimos al paradisíaco pueblo de Toberas, con su Hoz, puente, ermita y cascadas dentro del pueblo, un par de agradables baños en sus gélidas aguas para hacer frente al calor del mediodía y así aprovechar para hacer cuantas fotografías se nos antojó.


Esta es la ermita y el puente medieval de la Hoz.


El río desciende por el medio del pueblo regando huertas y creando pozas y cascadas para el disfrute de los visitantes.






Entre fotos y baños se nos fue la mañana y el mediodía y aún teníamos que visitar Oña ya que la última vez que estuvimos no pudimos ver gran cosa. 






Menudo lugar para relajarse en el agua, no me imagino nada mejor para una tarde de verano.........bueno si mi valles del norte de Extremadura pero esa será otra entrada en mi blog.


Una sorpresa mas nos dejó este fantástico lugar, un macho cabrio y unas cuatro o cinco hembras que se acercaban a toda persona dispuesta a darles de comer cosa que no hicimos ya que les perjudica mas que les beneficia.



Rumbo a Oña y con las pilas cargadas para visitar por fin el monasterio y resto del pueblo.


Bueno parada en Oña, visita por los exteriores del monasterio y segundo chasco del viaje, debe ser que en Burgos todo se hace a base de chequera y que los fotógrafos no somos bien recibidos, clavada para entrar en el monasterio y mismas prohibiciones para hacer fotos, eso si como en Ojo Guareña bien visibles los libros y postales a precios desorbitados para el que quiera llevarse un recuerdo del interior, pues bien lo mismo que hice el día anterior hice este que fue salir pitando de allí, aún había sitios que visitar sin que pusieran tantas prohibiciones y precios tan altos. 



Hasta la primera instancia antes de acceder al interior del monasterio llegamos, el techo decorado con pinturas fue lo único que mi cámara llegó a fotografiar. 


La iglesia cerrada a cal y canto y solo una escalera nos llevaba a la torre que fue lo único que se podía visitar, eso si también hay que decirlo, la visita a la torre era gratis, alomejor es que era municipal y ellos si que cuidan el turismo, o no, solo son suposiciones mías.



Desde la torre la vista del monasterio  era de escándalo así que a hacer la foto. 


Desde aquí nos marchamos a dormir y descansar que el día fue muy intenso otra vez.

Nos levantamos tempranito y nos dirigimos a la cercana villa de Frías, anteriormente la habíamos visitado pero muy rápido y queríamos hacerlo un poco mas tranquilos y comer allí si podíamos.


Para llegar a Frías antiguamente había que pasar por su descomunal puente fortificado, ahora se pasa por un puente moderno al lado del viejo, acertada decisión si deseamos conservarlo, una zona de baño río arriba lo hace un lugar único en los calores del verano, no nos bañamos esta vez, lo dejamos pendiente para otro día. 



El pueblo y castillo de Frías merece ser contemplado desde lo lejos y desde su interior, dos calles nos hacen subir hasta el castillo medieval y por el medio casas y calles con sus balcones de madera le dan un encanto especial al pueblo. Desde lejos sus casas suspendidas en la roca nos recuerdan a las de Cuenca.


El cuello en esta villa se resiente al estar todo el rato admirando donde se encuentra la torre del homenaje del castillo que parece suspendida del acantilado como aquella que piensa arrojarse sobre aquel que quiera conquistarla.






En lo alto del pueblo aparece el resto del castillo, muy bien cuidado por cierto ya que hasta que no se está aquí arriba no se ve pensando incluso que solo tiene el pueblo la torre del homenaje pero no, en lo alto se yergue este coqueto castillo medieval con sus murallas intactas. 



Comida en el pueblo y paseo hasta otro castillo - torre que aunque en ruina en su interior por fuera mantiene su porte defensivo. El Castillo de los Velasco en Espinosa de los Monteros.





Otro día rematado, ya solo nos queda descansar, despedirnos del hotel y coger fuerzas para la vuelta.
La carretera nos lleva hasta Castro Urdiales casi en el País Vasco, aparcamos en el mismo centro, en un parking subterraneo a un precio razonable y nos disponemos a visitarlo.



Como siempre haciendo fotos, no me canso, luz, encuadres, composición, eso sí siempre a toda prisa que nos quedan muchos sitios que visitar y hoy volvemos hasta Asturias un poco cansados también. 






La parte baja es muy bonita ya que al encanto de sus plazas y calles nos acompaña casi siempre la vista de la parte alta donde destacan el faro, la iglesia y el castillo.


La iglesia de Santa María es muy bonita, sobre todo en su interior, la entrada es gratuita y no hay prohibiciones en cuanto a fotografías, solo el sentido común para no molestar como es costumbre en mi y listo, no como en otros lugares que yo me se. 







Al lado de la iglesia está situado el castillo faro de Santa Ana y por supuesto nos dimos una vuelta con alguna inesperada sorpresa.







Y cual fue la sorpresa, pues esta gaviota patiamarilla que se nos puso a un metro de la cámara, no se iba así que la hicimos un pequeño reportaje, imaginaros que mi cámara es una Canon 6D y el objetivo era un Canon 17-40, mas cerca imposible. se portó bien hasta que una pequeña indígena con el consentimiento de sus padres procedió a intentar golpearla y claro se fue, debería haber volado sobre ella y su familia y haberlos cagado enteros por el susto que llevó el animal.




Desde arriba las vistas eran fabulosas así que seguí haciendo fotos pese a que el calor del mediodía era ya insoportable, buscar un sitio para comer y regreso a Asturias, al fresquito.




El viaje resultó muy agradable en la mejor de las compañías y el tiempo acompaño en todo momento pese al calor del verano, pero que queríamos mas, ya tendríamos tiempo de quejarnos del mal tiempo en nuestra amada Asturias.


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